domingo, 11 de mayo de 2014

·Viajar

Cuando viajas, es una sensación extraña. Sobretodo cuando el desplazamiento ha sido en avión. Porque estás acostumbrado a que cuando te dicen el término 'tierra', lo ves con unas distancias enormes entre continente y continente, entre país y país, entre por ejemplo España e Inglaterra. Pero cuando vas en avión y llegas a tu destino tan rápido, te sientes raro porque se te cruza por la cabeza pensamientos tipo 'acabo de estar en el lugar que yo conozco, en el que yo me desenvuelvo bien y sin problemas y ahora estoy... aquí y no conozco nada, todo es diferente. Hasta el clima es extraño. Pero me siento bien.' y se despierta en ti una llamarada de inquietud y a la vez una curiosidad inmensa del mundo exterior. El tiempo que pases en el otro país, lo intentas vivir al máximo porque te das cuenta de que cuando sea demasiado tarde, ya no estarás allí y habrás vuelto a la monotonía, vuelves a estar en tu círculo y todo ha pasado.


Hay gente que se da cuenta de los cambios de haber pasado de estar en tu rutina a un lugar nuevo y piensa que ha sido tan rápido que cree que volverá cuando quiera porque claro, como ese lugar está a tan poco tiempo comparado con el que creía. Pero quizás nunca vuelva, o no lo haga en mucho tiempo. Y esa persona, cuando está en ese lugar, no aprovecha todo el tiempo como debería. Entonces habrá desperdiciado una oportunidad por no haber vivido el tiempo que ha pasado allí como si fueran los últimos días de su vida.

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